Por Jeny Markova.
Alumna de Mosaico Hispano.

El español siempre me ha encantado. Lo empecé a estudiar hace muchos años pero cuando
me uní al curso en Mosaico Hispano hace un año y medio, ya tenia un objetivo más
específico: quería vivir en Buenos Aires. ¡Había hecho un viaje por Latinoamérica y me
había enamorado de la capital argentina!
Un año después, ya estaba en Buenos Aires, seguro una de las mejores aventuras de mi
vida. Los cursos que hice en la escuela me habían preparado bien; muchas veces me
preguntaban si soy de Colombia o Venezuela, lo cual yo tomé como un elogio. Pero
hablar el idioma bien fue solo el principio, ¡había un montón de particularidades de la
cultura argentina que estaba por conocer!
Para empezar, el castellano que se habla en Buenos Aires es bastante especial. Más allá del
acento específico, hablan muy rápido y con mucha jerga (el Lunfardo). Pero por otro lado,
me encantó la melodía del idioma que suena un poco como el italiano, una consecuencia
de toda la inmigración italiana. Lo bueno es que la gente está abierta e interesada en
comunicarse con vos y en ayudarte, así que aprendes muy rápido.
La verdad es que no me costó nada acostumbrarme a la vida en Buenos Aires, al contrario,
me sentí en mi lugar desde el primer día. La ciudad es realmente única con muchísima
vida, cultura y artes. Todos los días hay algo para hacer, inclusive muchos eventos gratis.
Además, la gente es re creativa: todos hacen algo artístico como pintar, bailar, tocar algún
instrumento, cantar, fotografía… Hay graffitis impresionantes por toda la ciudad.
Sin embargo, había cosas que me asombraron y que todavía me parecen un toque raras.
Por ejemplo, todo el mundo siempre habla de “vos” (el “tú” argentino) en vez de “usted”, no
importa que no conozcan a la persona o si se trata de una persona mayor. “Usted” se usa solo
en comunicación muy formal. Al final, empecé a hacer lo mismo, pero me llevó un rato.
Otra cosa que nunca pude entender es la falta de lavaropa en las casas. La mayoría de la
gente no tiene un lavaropa en casa, pero lleva su ropa al lavadero. O en el mejor caso, hay
un lavaropa en el edificio –lo importante es que lo podés usar con unas fichas especiales,
que se venden en pocos lugares-. Por otro lado, todos tienen patios y terrazas grandes con
parrilla y a veces pileta. Pero es una cuestión de prioridades.
Algo que realmente me costó captar es el comportamiento de “colgados” – algo muy típico
de los porteños (la gente de Buenos Aires). Se caracteriza por siempre confirmar cualquier
actividad y no hacerla después. Por ejemplo:
A: Che, vamos por una birra el finde.
B: ¡Síí, obvio, me encantaría! ¡Hablemos después para quedar! Te aviso.
A: ¡Dale!
Y así, cuelgan y nunca pasa nada. Nunca podés planear algo de verdad. Básicamente, tenés
que aceptar ese tipo de comportamiento y empezar a hacer lo mismo. Si no, te volverías
loco.
Igual, los argentinos siguen siendo gente muy linda y Buenos Aires un lugar que yo
recomiendo visitar sí o sí. ¡Es una experiencia que definitivamente vale la pena! Además, es
el lugar con el mejor helado del mundo 🙂